Dr. med. Sophia Wachner es médica internista y funcional. Dirige una consulta de medicina funcional, medicina ortomolecular y medicina nutricional y es socia del programa de consultoría MoleQlar.
Las cifras son preocupantes: en Alemania, el 40% de la población total padece actualmente una o más enfermedades crónicas. Casi uno de cada tres de ellos vive con estas afecciones durante 20 años o más (estudio de la Health Knowledge Foundation, 2021). Esto significa que casi uno de cada dos habitantes de Alemania está afectado.
El número de personas que padecen enfermedades crónicas complejas como diabetes, cáncer, enfermedades cardiovasculares o autoinmunes (por ejemplo, artritis reumatoide) y problemas de salud mental sigue aumentando, no sólo en Alemania, sino en todo el mundo. Sin embargo, mientras otros países tienen un sistema sanitario mediocre, el equivalente alemán es uno de los mejores del mundo. Esto plantea la pregunta legítima: ¿cómo puede ocurrir esto? La respuesta es tan sencilla como aterradora:
Nuestra forma de vida está cada vez menos en sintonía con lo que realmente necesita nuestro cuerpo humano.
Desajuste entre el cuerpo y el entorno
No estamos diseñados para estar estresados, rodeados de toxinas, inflamados, infectados, deficientes en micronutrientes clave y sin descanso. Sin embargo, esperamos (también impulsados por nuestra sociedad) estar llenos de energía, crecer, reproducirnos, estar delgados, sentirnos bien, comer todo lo que queramos, hacer la digestión perfectamente y tener un sexo estupendo. Una combinación de deseos que es un contrasentido.
Todos los organismos de la Tierra están adaptados a un entorno vital específico. La inadaptación se produce cuando este entorno cambia drásticamente y el organismo no tiene tiempo de adaptarse. Este desajuste entre nuestros genes y nuestra vida moderna es la principal razón por la que las enfermedades crónicas se han convertido en el enorme problema que son hoy en día.
El enfoque convencional
El enfoque convencional de nuestro sistema sanitario se centra en la curación, es decir, en el tratamiento de enfermedades y síntomas individuales. En lugar de promover la salud real, los médicos convencionales se limitan a diagnosticar una enfermedad e intentan suprimir los síntomas (normalmente) con medicamentos recetados. Estos fármacos rara vez atajan la causa real del problema. En cambio, a menudo sólo suprimen los síntomas a expensas de las funciones corporales vitales. Para tratar estos efectos secundarios no deseados, se vuelve a ampliar la medicación. El resultado es un círculo vicioso de medicación durante el resto de la vida del paciente sin abordar la raíz de la enfermedad.
El eterno ciclo de la prescripción
Veamos rápidamente un ejemplo cotidiano de la sanidad convencional para ilustrarlo: Una persona con hipertensión acude al médico de cabecera para una cita de 10 minutos. El médico mide la tensión arterial y el paciente se va a casa con la receta de un nuevo medicamento. Después, se queda sola hasta su próxima cita. Es probable que sólo le den una receta de seguimiento, quizá sin ni siquiera ver a su médico de cabecera. Las causas de sus dolencias en términos de dieta, estilo de vida y medio ambiente serían completamente ignoradas. Y así, la oportunidad de crear un plan de tratamiento personalizado para su salud cardiovascular con asesores sanitarios y otros especialistas formados, que no sólo aliviaría los síntomas, sino que realmente aportaría la ansiada cura.
El enfoque funcional
La medicina funcional adopta este enfoque, que se centra en la causa de una enfermedad en lugar de confiar en la medicación para suprimir los síntomas. Corrige el desequilibrio entre nuestro cuerpo y nuestro entorno mediante medidas en los ámbitos de la nutrición y el estilo de vida.
En resumen: la medicina funcional es nuestra mejor arma contra las enfermedades crónicas.
Ve el cuerpo como un sistema interconectado, no como una colección de órganos individuales asignados a especialidades médicas. Y la medicina funcional trata todo el sistema, no sólo los síntomas. Se ocupa de las causas subyacentes de la enfermedad, adoptando un enfoque sistémico que se centra en la interacción entre el sistema corporal (metabolismo, nutrición, rutinas, ...) y el entorno e involucra tanto al paciente como al médico tratante en una asociación terapéutica.
Medicina funcional para el siglo XXI Siglo
La medicina funcional es una evolución de la práctica médica universitaria predominante que responde a las necesidades de la asistencia sanitaria del siglo XXI. siglo es mucho más justo. Los médicos dedican tiempo a sus pacientes, escuchan sus historias y examinan las interacciones entre los factores genéticos, ambientales y de estilo de vida que pueden influir en la salud y la enfermedad. El objetivo es capacitar a los pacientes para que asuman la responsabilidad de su propia salud mediante una comprensión profunda de las complejas interrelaciones .
Los cuidados agudos carecen de sentido para las enfermedades crónicas
La medicina practicada por la mayoría de los médicos se centra principalmente en los cuidados agudos, es decir. h en el diagnóstico y tratamiento de lesiones o enfermedades de corta duración que requieran tratamiento urgente. Cualquiera que haya tenido apendicitis o sufrido una fractura de pierna, por ejemplo, puede confirmarlo con gratitud. Los médicos actúan de acuerdo con unas directrices específicas prescritas y tratan con medicamentos o cirugía el problema o síntoma inmediato. Desgraciadamente, la medicina aguda no dispone de los métodos y herramientas adecuados para prevenir y tratar enfermedades complejas y crónicas. En la mayoría de los casos, no se tienen en cuenta ni la composición genética única de cada individuo ni factores como la exposición a toxinas ambientales y aspectos del estilo de vida actual que influyen directamente en el aumento de las enfermedades crónicas en la sociedad occidental moderna.
Sólo unos pocos médicos trabajan funcionalmente
Hay un gran desfase temporal entre la teoría médica y la práctica médica. El tiempo que transcurre entre los hallazgos de las últimas investigaciones básicas y su integración en la práctica médica es enorme. A veces hasta 50 años, sobre todo en el ámbito de las enfermedades complejas y crónicas. Por ello, la mayoría de los médicos no están suficientemente formados para reconocer las causas de estas enfermedades y aplicar estrategias como la dieta, la nutrición y el ejercicio para, en última instancia, tratarlas y prevenirlas.
Holística en lugar de sintomática
La medicina funcional se ocupa del desarrollo, la prevención y el tratamiento de enfermedades crónicas complejas sobre la base de un tratamiento centrado en el paciente. La medicina funcional se centra en promover la salud en forma de calidad de vida y vitalidad óptimas, y no sólo en la ausencia de enfermedad.
Al escuchar al paciente y conocer su historia completa, el médico le implica en el proceso de tratamiento y elabora un concepto terapéutico adaptado a las necesidades individuales del paciente. El resultado es un enfoque integrador de la salud con base científica.
Los profesionales de la medicina funcional miran "aguas arriba" para considerar la compleja red de interacciones en la historia clínica, la fisiología y el estilo de vida del paciente que pueden desencadenar la enfermedad. Se tiene en cuenta la predisposición genética única de cada paciente, así como los factores internos (cuerpo, mente y espíritu) y externos (entorno físico y social) que afectan a la función general.
Innovador y tradicional
La medicina funcional integra las mejores prácticas médicas. Combina terapias médicas occidentales tradicionales con lo que a veces se denomina medicina "integradora". Aquí la atención se centra en la prevención a través de la dieta y el ejercicio, el uso de las últimas pruebas de laboratorio y otras técnicas de diagnóstico, así como combinaciones de medicamentos recetados y/o hierbas medicinales, suplementos dietéticos, dietas terapéuticas, programas de desintoxicación o técnicas de gestión del estrés.
Sanar el sistema - repensar la medicina
Nuestra sociedad gasta cada vez más dinero en "sanidad" y, sin embargo, cada vez tenemos menos salud para demostrarlo. El sector sanitario actual se ha resignado en gran medida a la creencia de que gestionar o aliviar la enfermedad es lo mejor que podemos hacer. Pero ahora es el momento de despertar y repensar la medicina:
La buena medicina que puede proporcionar una curación real maximiza la salud funcional y, en consecuencia, minimiza la enfermedad al restaurar la vitalidad, el potencial y el equilibrio humanos. Y precisamente por eso la medicina funcional debe ser el enfoque que nos acompañe en el futuro.